martes, 17 de septiembre de 2013

¿Viva México?

No, no voy a hacer el clásico comentario de "México no tiene nada que celebrar el 16 de septiembre". Ya sé que el sentir general es de malestar por todo lo que sucede en nuestro país en términos de seguridad, abusos de poder, corrupción, aumento de impuestos, castigos a la clase media, reformas, gobierno incompetente y mediocre, etc. sin embargo, sí tendré que usar un cliché: La gente (los pueblos, las naciones) tiene el gobierno que se merece. El gobierno que nos merecemos. Tráguense esa con limón, sal y chile. Y ahora me explico.

La celebración del "Grito de Independencia" se lleva a cabo no solo en todos los estados de México sino también en las sedes diplomáticas de nuestro país alrededor del Mundo. Mis dos o tres lectores saben que en la actualidad me encuentro en Madrid, España y he tenido la oportunidad de colaborar en muchos eventos con la Embajada de México en la Península Ibérica. Soy testigo de primera mano del trabajo que la gente de esta embajada hace por nuestros compatriotas en estas latitudes. Y no, no lo digo por compromiso, es la verdad. Lo he visto y lo he vivido en carne propia, la mayoría de los que trabajan en esta embajada lo hacen con una verdadera pasión por su trabajo y con un profundo amor por la Patria. Son verdaderos patriotas, no "patrioteros". Sí, habrá uno que otro que es mamón, pero de eso hay en todos lados. El punto es que, como en todas las representaciones del país, la embajada de México en España organizó la famosa celebración del "grito".

En el evento participaron restaurantes mexicanos de Madrid, ofreciendo comida típica mexicana. Se habilitaron taquillas para que los asistentes compraran boletos que intercambiaban por los platillos que iban desde los clásicos tacos, hasta tamales e incluso elotes con crema y queso (snif...). En general la respuesta fue muy buena y la gente estaba feliz. Sin embargo siempre tiene que haber un "negrito en el arroz" y no, no estoy haciendo una declaración racial. El esfuerzo brutal del personal de la embajada incluyó negociar que algunos distribuidores de Tequila (y otros de cerveza) en España, donaran algunas botellas para ofrecer una pequeña degustación de la Bebida Nacional de México. Déjenme reiterar: pequeña degustación. Eso quiere decir que solo se serviría una cantidad mínima. Para estos efectos, la embajada abrió un registro por Internet exclusivo para mexicanos con pasaporte. Tras el registro la persona pasaba al Consulado para recoger sus boletos. Sin ese boleto no se repartía el Tequila. Es así de simple: traes boleto, te damos tu "probadita" de Tequila. Punto. No más.

Yo estuve atendiendo a la gente en ese stand, el del Tequila. ¿Mis impresiones? Odio a la gente. Y no es nada más por mi naturaleza básicamente antisocial, no, sino porque precisamente fue aquí donde comprendí que México tiene el gobierno que se merece desde hace años, porque de inmediato comenzamos a "sacar el cobre". Como dije anteriormente, la idea era compartir con los asistentes una pequeña degustación de Tequila, con un importante esfuerzo de la industria tequilera para donar producto para esta ocasión. Gente, hay que ser sinceros, las cosas no están como para estar regalando productos a diestra y siniestra, pero aún así el esfuerzo a favor de nuestros compatriotas se hizo con singular alegría. Creo que no habíamos servido ni tres tequilas, cuando salió el primer paisano con sus mamadas: "Oye, ps sírveme un poquito más ¿no? Soy mexicano". "Soy mexicano". ¿Y qué? ¿Por qué creemos que por el simple hecho de ser mexicanos nos merecemos algo más de lo que reciben los demás? ¿Por qué creemos que el encontrarnos con un paisano en el extranjero significa que automáticamente éste nos tiene que tratar de manera distinta a los demás? Es una pinche actitud pendeja y mediocre: "Oye, dame más de lo que ya me estás regalando". Eso, así se hace mis queridos mexicanos.

Y nos quejamos de la corrupción. ¿Saben cuál fue una de las frases que más escuchamos los que atendimos ese stand cuando la gente no llevaba boleto? Pues fue "¿Oye y cómo le podríamos hacer?" No nos hagamos pendejos, porque ya sabemos lo que esa frase implica. A uno de mis compañeros incluso le ofrecieron comprar una botella. Es decir, si es gratis "sírveme más" y si no traigo boleto para que me lo des gratis "Dime cuánto cuesta y te lo compro". Otros llegaban con boletos para comida, tratando de hacerlos pasar por los de Tequila. Llegaban con racimos de "boletos" de los cuales solo el primero era el correcto y los demás eran para otras cosas. La clásica actitud de "me lo voy a chingar". Mediocres, incongruentes, corruptos. Y sí, también algunos españoles salieron con sus pendejadas, pero fueron los menos y además me valen madre, los que me preocupan son los mexicanos.

De más está decir (si es que no se han dado cuenta por el tono de este post) que estoy profundamente decepcionado de mi país. Y sí, digo de mi país porque el país lo formamos todos y me doy cuenta de que el hecho de que nuestra clase política sea corrupta, mediocre, abusiva, intolerante, desordenada, altiva, miserable (aunque no en lo económico), ladrona, detestable y presuntuosa es porque simplemente son un espejo en el que se refleja nuestra propia sociedad. Así somos y es tremendamente doloroso. Ya sé que me dirán que no generalice, que no todos somos así, que hay muchos ciudadanos que sí son honestos, que sí cumplen con la ley, que sí son educados y trabajadores, que la gente ya está involucrándose más e informándose y el gigante dormido comienza a despertar. Pues todavía le falta bastante para levantarse.

Mis queridos (y también odiados) compatriotas, hoy sigo sin poder superar por completo la impresión tan mala y el trago tan amargo que fue corroborar lo que se ha dicho miles de veces, que a los mexicanos nos gustan las cosas fáciles, gratis y si no se dan las situaciones como queremos porque está prohibido, tratamos de hacerlo "por debajo del agua". No estoy libre de pecado, no. No estoy tratando de enarbolar ningún estandarte de pureza y virtud, pero con una chingada, tampoco he caído tan bajo. ¿Que qué he hecho yo para cambiar esta situación? Pues no buscar hacer las cosas "por debajo de la mesa", exigir y participar más de las decisiones de nuestros representantes políticos, denunciar lo que está mal. Echar sal en las heridas. Porque eso somos: heridas en la piel de México y de nosotros mismos depende sanar o seguir sangrando a nuestro país.

Traigo un sabor de bilis en la boca, un profundo sentimiento de molestia, de hartazgo, de decepción. Como siempre, todo lo que sea desmadre, celebración, alcohol (en especial si es gratis) y comida es ocasión para que los mexicanos saquemos nuestra naturaleza. Exigimos un buen gobierno, pero el concepto que tiene la gente de "buen gobierno" es uno que dé tequila y cerveza gratis, que organice fiestas aunque no sea su obligación, que nos dé más de lo que ofrece por el simple hecho de que "soy mexicano". "Sírveme como mexicano", "dame una ración para mexa", "Uuuyyy... ¿tan poquito?". Ahí está la verdadera cara del mexicano, el que quiere todo peladito y en la boca por parte de "Papá Gobierno" y si no, pues entonces ve la manera de ganarle al sistema, de nuevo el "me lo voy a chingar" o de plano el "¡Me lo chingué! JAJAJAJA". Exigimos un buen gobierno y no nos damos cuenta que, por nuestra propia actitud, tenemos justamente el gobierno que nos merecemos.

Iosephus dixit.