viernes, 22 de octubre de 2010

Integración

Super Padre, mis huevos.

Así de simple y de sencillo. Los "eventos de integración" me revientan la madre. Siempre ha sido así. La idea ridícula de que un evento realizado un día del año será suficiente para elevar la consciencia de la gente y desarrollar en ellos un afán de trabajo en equipo, es simplemente descabellada, inútil y molesta. El hecho de que además de ello se pretenda que el evento sea "obligatorio" no obedece a una imperiosa necesidad de que todos los integrantes del equipo o "gran familia" que es la empresa se unan tomándose de las manos para cantar "Kumbayá". Oh no... En realidad hacer este tipo de reuniones implica una erogación importante por los conceptos de traslados, alimentos, renta del lugar para montar las escenitas ridículas de "integración", material y un largo etcétera que le representa a la organización un gasto que de alguna manera debe justificar, de ahí la quasi-obligatoriedad del asunto.

Sí ya sé que algunos dirán que yo simplemente soy un amargado y que soy un antisocial con el alma más negra que mi consciencia, pero vamos, no pueden negar el hecho de que hacer actividades de grupo o "dinámicas" como le gustaba decirle a esas pendejadas a mis maestras de primaria y secundaria, no tiene otro objetivo más que suponer que la mente de los participantes es lo suficientemente pequeña como para no captar conceptos como trabajo en equipo, comunicación, unión, cordialidad, etc. No, esas dinámicas parecen estar destinadas a niños, utilizando moralejas idiotas que te dicen "sí, este ejercicio te ha mostrado la importancia de la comunicación, porque primero tuviste que hacerlo sin hablar, pero después cuando pudiste COMUNICARTE con tus compañeros de equipo, terminaron el trabajo muy rápido. La comunicación, por lo tanto, es importante." Sorry, pero no puedo ver con buenos ojos a alguien que me trata como si fuera una persona que no entiende un concepto tan sencillo como "La Comunicación es algo importante" y trata de explicármelo con una dinámica de grupo. Es insultante.

La integración en una organización laboral de cualquier naturaleza, se debe dar diariamente y dentro del propio ambiente de trabajo, no en situaciones irreales y ridículas, que obligan a las personas a realizar acciones que o no les gustan o simplemente para las que no están preparados físicamente. Lo mismo aplica para la clásica actividad de desarrollo de la confianza en la que alguien se deja caer hacia atrás para que uno de sus compañeros lo detenga. No, simplemente no lo haría. Y no por falta de confianza en el equipo del que formo parte. Confío plenamente en mi jefa pero si le hago eso, corro el riesgo de romperle algo. Peso 100 kg, dudo mucho que alguien de mi equipo de trabajo me pueda detener y no por eso dejaría de confiar en ellos.  En contraste a esto, hay gente en la que simplemente no confío para nada. Un ejercicio como este no ayudaría en lo más mínimo, así me sostuvieran 1,000 veces.

La confianza de los empleados, compañeros e incluso jefes se debe ganar, es algo que se construye cada día y ahí también entra la comunicación, estar atentos a lo que nos dicen los demás (claro lo que valga la pena, porque hay que reconocer que mucha gente lo que comunica no vale madre), con base en esa información se puede construir un ambiente de trabajo lo suficientemente sólido como para crear la integración que se necesita en una organización.Y sin necesidad de llenarse de lodo.

Esto me recuerda los retiros espirituales que organizaba el colegio en el que estuve cursando la secundaria. Las monjitas, fieles a su labor de expandir la religión católica como la sífilis entre un pueblo recién conquistado, nos llevaban a estos lugares durante un fin de semana para tratar de que abriéramos nuestras mentes y corazones a su religión oscurantista. Uno de los resultados más interesantes era ver a compañeros y compañeras llorando abrazados, clamando por perdón por haber ofendido al otro. Cuando yo veía esta interesante reacción sólo podía pensar una palabra: hipócritas. Bueno, tres palabras: Hipócritas de Mierda. Sabía perfectamente que la siguiente semana simplemente sería como siempre: todo mundo criticando, jodiendo y tratando de chingar a los demás. Normal pues. Siempre tuve razón. Y sí, antes de que lo comenten, sí llegué a ir a esos eventos y fui únicamente para el desmadre que se armaba por las noches. Aún así nunca volví a ir, por más desmadre que se armara, era increíblemente aburrido y estúpido ir a esos encuentros.

Es lo mismo con los eventos de integración. Eso no funciona con un día al año, si nos vale madre lo que piensan los demás, si no le tenemos la más mínima atención a lo que dice nuestro compañero o subalterno, un día dedicado a sudar y hacer estupideces no lo va a solucionar. Me remito a mi pubertad porque sigo pensando lo mismo: Hipócritas. Me dan asco.

Iosephus Dixit