Me puse a leer mi blog desde el principio. No sé qué sentir. Es muy raro ver la forma en la que escribía hace unos meses (apenas me di cuenta que el pasado 2 de Septiembre este asqueroso blog cumplió dos años). Me gustaba escribir acerca de tonterías, pendejadas, ridiculeces. Buscaba un estilo entretenido, fácil de leer, fácil de asimilar, incluso tirándole a medio chusco. Encontraba algo en la calle y tomaba nota (o fotos dependiendo) para bloguear después acerca de eso. Me he encontrado con cuentos que disfruté mucho escribiendo y sucesos de mi vida que quise compartir a veces de manera muy abierta y en otras ocasiones de manera muy velada o discreta. Encontré pues una especie de cápsula de tiempo en donde una amalgama de sentimientos, broncas, alegrías, felicidad temporal, enojo, preocupaciones, filosofías, gustos, disgustos y demás pendejadas, se mezclan y conforman un todo en constante movimiento.
Debo confesar que al leer, me vi tentado a borrar algunos posts que hoy no tienen validez, como de hecho lo hice con uno o dos. Pero después me detuve. No es necesario borrarlos, están ahí por una razón y aunque esa razón tal vez ya no tenga validez hoy, se han convertido en parte de la historia personal de quien esto escribe. Sí, ya carecen de significado, pero ahí se van a quedar y los que borré tampoco van a regresar. Sí, ya lo sé, un blog (y sobre todo este en particular) no es la gran cosa ni es un documento precioso que vaya a tener una enorme trascendencia. Bueno, pues tal vez no para la humanidad pero para mí ha resultado ser un curioso espejo en el que puedo ver mis propios rostros. Así, en plural porque en efecto uso muchos rostros, máscaras si lo prefieren dependiendo del estado de ánimo en el que me encuentre y eso se refleja en las babosadas que escribo en este pinche blog.
Sí, me divierte ver algunas de las cosas que he escrito. En otras ocasiones me entristece un poco. En otras más me encabrona de a madres. En general me hace reflexionar. Y me pone a pensar que lo interesante de esta vida es precisamente el hecho de que no debemos dar nada por sentado. Es una lección que he aprendido a los chingadazos y también a madrazos he entendido que no hay que confundir expectativas con certezas. Quiobo, ¿ya se sabían esa? A mí me ha costado sangre, sudor y lágrimas aprenderlo, pero ahí está la lección.
Por otro lado también aprendí que, lejos de desanimarnos porque esa idea que teníamos no se dio tal y como la habíamos imaginado, pues simplemente hay que imaginar otra cosa y (con los pies en la tierra) seguir adelante. No, no chinguen, no estoy hablando de ondas tipo "El Secreto" o algo así, simplemente es replantear las ideas y los objetivos de acuerdo a la realidad. Ah, mi estimado blog, no sé cuántas cosas más faltarán por publicar, no sé si dejaré de escribir un rato o si simplemente seguiré escribiendo lo que se me ocurra cuando se me ocurra. Aunque no sea una certeza.
Iosephus Dixit
Debo confesar que al leer, me vi tentado a borrar algunos posts que hoy no tienen validez, como de hecho lo hice con uno o dos. Pero después me detuve. No es necesario borrarlos, están ahí por una razón y aunque esa razón tal vez ya no tenga validez hoy, se han convertido en parte de la historia personal de quien esto escribe. Sí, ya carecen de significado, pero ahí se van a quedar y los que borré tampoco van a regresar. Sí, ya lo sé, un blog (y sobre todo este en particular) no es la gran cosa ni es un documento precioso que vaya a tener una enorme trascendencia. Bueno, pues tal vez no para la humanidad pero para mí ha resultado ser un curioso espejo en el que puedo ver mis propios rostros. Así, en plural porque en efecto uso muchos rostros, máscaras si lo prefieren dependiendo del estado de ánimo en el que me encuentre y eso se refleja en las babosadas que escribo en este pinche blog.
Sí, me divierte ver algunas de las cosas que he escrito. En otras ocasiones me entristece un poco. En otras más me encabrona de a madres. En general me hace reflexionar. Y me pone a pensar que lo interesante de esta vida es precisamente el hecho de que no debemos dar nada por sentado. Es una lección que he aprendido a los chingadazos y también a madrazos he entendido que no hay que confundir expectativas con certezas. Quiobo, ¿ya se sabían esa? A mí me ha costado sangre, sudor y lágrimas aprenderlo, pero ahí está la lección.
Por otro lado también aprendí que, lejos de desanimarnos porque esa idea que teníamos no se dio tal y como la habíamos imaginado, pues simplemente hay que imaginar otra cosa y (con los pies en la tierra) seguir adelante. No, no chinguen, no estoy hablando de ondas tipo "El Secreto" o algo así, simplemente es replantear las ideas y los objetivos de acuerdo a la realidad. Ah, mi estimado blog, no sé cuántas cosas más faltarán por publicar, no sé si dejaré de escribir un rato o si simplemente seguiré escribiendo lo que se me ocurra cuando se me ocurra. Aunque no sea una certeza.
Iosephus Dixit