Iosephus se pasea de un lado a otro dentro de la habitación mientras enciende un cigarro. Deja que el humo se eleve en formas caprichosas hasta el techo mientras ve de reojo la pantalla encendida del ordenador portátil. La Amenaza es clara y era lo que había temido desde aquél fatídico día. Quieren hacerlo regresar y, para tratar de convencerlo, usan a una de las agentes más eficaces y atractivas.
El cursor parpadea incansable, como un paciente mensajero en espera de la respuesta. "Diablos", piensa Iosephus, "qué bien me conoce". Sabe que corre el riesgo de decirle que sí precisamente a ella. Pero se mantiene incólume; da una última bocanada al cigarro que apaga en el cenicero cuando todavía falta la mitad por consumir, se sienta ante la máquina y teclea su respuesta: "No". Menos de dos segundos después un icono de una cara triste aparece en pantalla. "¡Diablos!", vuelve a pensar Iosephus, pues al parecer los embates para intentar convencerlo están haciendo mella en su voluntad.
Es entonces cuando recuerda: las sonrisas de los encargados de aquél lugar perdido como pesadas burlas contra su desgracia por haber caído ahí; el lodo que parecía omnipresente y que manchaba su ropa tanto como el odio le manchaba el alma; las actividades que el resto de los asistentes tenía que realizar y que él, en un último intento de rebeldía por evitar que quebraran su voluntad, se rehusó terminantemente a realizar; esa perra miserable que estaba encargada de su grupo y que trató de obligarlo a participar de sus estúpidas actividades.
Fue entonces que sintió el fuego del Infierno encenderse en su alma y de inmediato se decidió, de manera que era ya imposible hacerlo cambiar de opinión, escribiendo al mismo tiempo que gritaba la consigna definitiva:
-¡No! No pienso volver a ese maldito agujero. No, ¡nunca!
Iosephus Dixit
El cursor parpadea incansable, como un paciente mensajero en espera de la respuesta. "Diablos", piensa Iosephus, "qué bien me conoce". Sabe que corre el riesgo de decirle que sí precisamente a ella. Pero se mantiene incólume; da una última bocanada al cigarro que apaga en el cenicero cuando todavía falta la mitad por consumir, se sienta ante la máquina y teclea su respuesta: "No". Menos de dos segundos después un icono de una cara triste aparece en pantalla. "¡Diablos!", vuelve a pensar Iosephus, pues al parecer los embates para intentar convencerlo están haciendo mella en su voluntad.
Es entonces cuando recuerda: las sonrisas de los encargados de aquél lugar perdido como pesadas burlas contra su desgracia por haber caído ahí; el lodo que parecía omnipresente y que manchaba su ropa tanto como el odio le manchaba el alma; las actividades que el resto de los asistentes tenía que realizar y que él, en un último intento de rebeldía por evitar que quebraran su voluntad, se rehusó terminantemente a realizar; esa perra miserable que estaba encargada de su grupo y que trató de obligarlo a participar de sus estúpidas actividades.
Fue entonces que sintió el fuego del Infierno encenderse en su alma y de inmediato se decidió, de manera que era ya imposible hacerlo cambiar de opinión, escribiendo al mismo tiempo que gritaba la consigna definitiva:
-¡No! No pienso volver a ese maldito agujero. No, ¡nunca!
Iosephus Dixit
6 comentarios:
Jajajajajajajajajaja, envían al agente que puede convencerte, saben de tus debilidades compare, nada más espero que no tengas un encuentro personal con dicho agente porque puede ser que te convenza, no es lo mismo ver la carita triste en el monitor, que ver un puchero en vivo y a todo color. Jajajajajajajaja, muy bueno como siempre compare.
... que conste que yo te he propuesto millones de veces aniquilar a todo aquel que ose atentar contra nuestra voluntad de hacer ciertas cosas que consideramos desagradables... pero nunca quieres... ¡snif! (aqui va mi carita triste); jajajaja. Por cierto, no he comido costillas, porque no saben igual sola que con tu grata compañia, no importa que solo hablemos incoherencias, jajajajajaja
El Monares: Ps sí compare, tienes toda la razón, es lo bueno de que nomás haya sido por el MSN, pero aún así fue difícil contenerme. Como sea, no voy a ir y ya que estamos en eso, desde ahora, en Mayo, declaro que tampoco voy a ir a la Posada. O quién sabe... ¡No! No voy... O....
Lidia: No, ps si no es para tanto, además no voy a aniquilar a esa chava no inventes, eso nunca... Y ps a ver si pronto tengo chance de ir a las famosas costillas al pastor. Provecho...
Tu historia de suspenso me hizo leerla un par de veces por esos mensajes entre lineas... la verdad mis respetos Don Iosephus, una muy agradable experiencia el navegar por su blog, cuidese y recuerde que la ida a pescar quedó pendiente ok ?
jajajaja chale.... deberías de ir al agujero... nomas prepárate psicologicamente y no pasa nadaaaa, de vez en cuando no hace dañooooo
no le saques jajajaaj
Felipe: Ps a ver si le captaste los mensajes escondidos, jajajaja. Y luego nos ponemos de acuerdo para ir a pescar.
Roxana: ¡Ssshhhhh! Jajajajajaja, no inventes. Es una cosa espantosa, jajajaja. Saludos.
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